Manejar un vehículo siempre ha sido sinónimo de libertad, de poder, de dominio y muchos etcéteras que puedan sumarse. En lo personal mis sentidos me llevan más allá de lo cotidiano, la vista y el olfato son cosas que en mi niñez disfrute cuando era periodo de vacaciones y mis padres nos llevaban de paseo en el carro. Soy muy visual y mi olfato me da tinta para imaginar e imaginar historias y sucesos que ocurrieron en cada espacio de la carretera.
Todo esto recordaba en la privacidad de mi sillón favorito. ¿está la motocicleta lista para viajar?, ¿yo estoy preparado para viajar?.
Valía la pena preguntarme con sinceridad pues a escaso un mes la había comprado y tenía como 4 salidas montado en ella, los cuatro fines de semana del mes y fue al taller para su servicio, cambio de llanta delantera y ver la defensa que le quedará por el tema de los mandos adelantados. Todo esto en ciudad, no más arriba de 40 millas de velocidad.
Bueno Rivera, si te piensas ir a acampar a Aguascalientes en 15 días, solo, ¿porque no ir mañana a Valle de Bravo con personas conocidas que si hubiera una falla podrían auxiliarte?, es verdad. Tengo que ir. Confirmé mi asistencia con los amigos a última hora y me dispuse a dormir.
Dormí unas 3 horas, gracias a los vecinos que les dio por cantar a las 23:00 horas del sábado. Sólo giré y giré en la cama hasta que dieron las 5:30 de la mañana. Le comenté a mi mujer que si me iba a la rodada, a lo que me contesto; yo también quiero ir.
En mis adentros no quería cargar con mayor responsabilidad, pero no sabía cómo argumentar mis miedos porque a ella le daba igual lo que dijera, ella sólo pensaba en pasear. Yo por mi parte iba a probarme sólo con mi máquina.
Después de manejar una motocicleta de baja cilindrada japonesa, los primeros kilómetros para el punto de reunión sentí la frialdad y dureza de mi HD 1200xl, no había tenido la oportunidad de subirse mi esposa a la moto y su primera reacción fue, estaba más cómoda la otra, en esta siento hasta las piedras diminutas del asfalto. Cosa que era lo mínimo que sentiríamos después de la rodada.
Según mis cálculos el rendimiento de gasolina era una falla matemática que me jugaba el destino. ¿Era posible que diera 9.7 kilómetros por litro?, en fin, tenía muy poco uso para poder sacar un promedio. Imaginé en detenerme en todas las gasolineras que encontrara aunque eso significara la separación del grupo.
Llegamos al punto de reunión después de unos 15 kilómetros de casa y yo me sentía bien, contento.
Partimos, entre BMW, Triumph, Bajaj y Suzuki. El ritmo fue de 90 y 100 km/hr.
Todo felicidad por el asfalto, en ese momento me sentía entusiasta por la compra que había hecho. Supongo que la motocicleta lo agradecía, estaba funcionando. Anteriormente estaba abandonada, con 6 mil millas y un año de nacimiento 2009 podía estar entumida y procuré tenerla a constante relajación. Mi mujer me daba palmadas y mostraba pulgar arriba. Saber que cuentas con un respaldo siempre te brinda confianza y esta motocicleta me lo aseguraba cada que movía el acelerador, ese rugir era inmediato, dispuesto. No necesitaba llegar a 200 km/hr. Para saber la potencia, era intuitivo.
Por la carretera libre será divertido me dijeron, yo la verdad nunca había ido a Valle de Bravo, pero en reseñas había leído que había muchas curvas y eso me agradaba, sería una oportunidad para saber cómo se manejaba en ese ambiente esta motocicleta.
Fue el terror de la vida. El pavimento estaba tan lastimado que lloraba deslaves por las orillas. Seguía centrando la carretera y buscando escape en lo planito, que ya era poco. Unos pocos kilómetros y en verdad pensé que llegaría caminando sin ningún fierro en la motocicleta. Poco a poco me fui quedando atrás del grupo. Una curva fue la que marco todo. Sembró el miedo en mí. A mitad de la curva había dos cráteres a la espera, ya no podía hacer nada. El golpe que se sintió nos recorrió hasta el cerebelo a mi mujer y a mí. El temor llegó, mi posapié pegó con el asfalto, el bache provocó que se patinara muy poco la llanta trasera pero bastante perceptible en la conducción a lo que me hizo enderezar la moto inmediatamente, fue una reacción no pensada.
Afortunadamente no venía ningún carro y pude librarla. En ese momento bajé más la velocidad y me fui a paso lento. Una compañera y su BMW doble propósito se fue a mi ritmo, cuidando mi paso. Todos los perdimos de vista, las bajas cilindradas también mantuvieron el ritmo, a mi ya no me importaba eso, sólo quería llegar sano y salvo.
Llegamos, ubicamos el lugar donde desayunaríamos. Los demás biker aguardaban a nuestro encuentro en la entrada del pueblo. Cuando desmontamos no podía con el dolor de cadera.
Había leído que eran duras, pero creo que se sumaron muchos factores en este viaje para intensificar la experiencia de máquinas duras. 
Ya con café en mano reflexionaba, este tipo de carreteras rotas no van simplemente con esta motocicleta. Las de baja cilindrada la libraron pienso yo por el peso de sus máquinas, además de no llevar copiloto como yo. Talvez apretando la tensión de los amortiguadores hubiera sentido un poco menos por el peso que representamos mi mujer y yo (unos 150 kilos).
Porque no todo fue desfavorable, en un tramo largo en Toluca las motocicletas de mayor cilindrada pudimos irnos a 130 y 140 sin ningún problema, haciendo valer el rendimiento de combustible. 
El regreso aunque salimos juntos yo me fui a mi ritmo, y mis compañeros lo entendieron, más calmado y sin presión de no separarme del grupo. Sólo vi cómo se perdían en las curvas las motocicletas doble propósito que ni un pelo se les movió. Levanté la mica del casco e iba viendo y oliendo cada curva, a veces muy despacio, pero que importaba cada uno vive a su ritmo.
Ya en casa con otro sabor de boca me dispuse al recuento y hacer un listado de lo aprendido para mi viaje próximo. Comprar un bidón de gasolina, un infla llantas con liquido de parchado para la llanta delantera. Comprar unas llaves Torx compactas. Además de un nuevo claxon, un nuevo cover, (perdidos en la batalla con la carretera), también las direccionales traseras quedaron viendo para el suelo, se barrieron. Pensar en un futuro en unas luces auxiliares y talvez ponerle alforjas.
Creo que eso es lo que hace falta para sumarle a las cosas de herramienta que ya tengo. Este domingo le pondré el sissy bar donde llevaré la mochila de acampado, en fin, el proyecto sigue.
Aún así, le di las buenas noches a la moto y le agradecí lo aprendido. Ya en la cama y reflexionando, me dormí repitiendo… valió la pena la compra de la motocicleta.
Veremos que aventura será el próximo viaje. Estaré contándoles.