● FORO SPORTSTER ●
Ni modo. A veces el trabajo y las obligaciones impiden sumarte alegremente a la diversión. Y también, a veces el trabajo abre ventanas de oportunidad que sin pensártelo mucho ofrecen alegrías a manos llenas.
Este fin de semana, después de algunos días tormentosos, se presentó la oportunidad de salir a rodar. Le mandé mensaje a un buen amigo para tentarlo a sumarse a la aventura, pero desafortunadamente tenía compromisos familiares impostergables. “Ya será para la próxima”, le comenté para dejar el balón en su cancha. Espero que esa próxima sea pronto.
El destino elegido fue el norte. Consulté los pronósticos meteorológicos y para el fin de semana auguraban temperaturas de entre 24°C y 8°C. No entro en detalles sobre la primera parte de la ruta. El Sr Pato la describió profusamente en su reseña del Armadillo, hace un par de semanas.
Digamos en cambio que por poco me quedo sin gas para llegar a Saltillo. Nota mental. Si estas en Matehuala, tienes tanque cacahuate y quieres llegar a Saltillo, debes cargar gas en el Entronque San Roberto, a menos que quieras ver trailers y más trailers y más trailers.
Superado el trance de la gasolina, enfilé por el libramiento poniente de Saltillo. Te evita el tráfico de la ciudad y después de otros 100 km te deposita en Parras de la Fuente.
El lugar me recibe con la noticia de que la comunidad de buggies (vehículos diseñados para correr en arena) tiene previsto una bendición de motores y cascos. No hay cuartos disponibles y hay mucho vato loco con más alcohol en las venas de lo que la prudencia recomienda. Al fin, encuentro un lugar donde pernoctar. Después de un baño con agua hirviendo salgo a dar la vuelta y a devorar un delicioso corte de carne. Hay varios lugares que ofrecen vino y le dan un toque de fiesta a sus calles. El frío pega, pero es amable con los turistas.
Y a lo que vine. En agosto del año pasado El Universal publicó un breve reportaje sobre una tienda (La Campana) que festejaba sus primeros 100 años de vida. Según la nota:
“La Campana es esencialmente una tienda de ropa de mezclilla que tiene su propia marca y que según su dueño tiene la calidad de competir con un pantalón Levi’s o Calvin Klein. La tienda es una casa antigua forrada de mezclilla. Hay tallas de la 1 para bebé a la 60 y su principal producto es la marca La Campana, aunque también venden Levi’s, Guess, Calvin Klein, marcas que son promocionadas en cartoncillos blancos y marca de plumón negro. Conseguimos lotes que no pasan por algún motivo. Nosotros los seleccionamos y ponemos a la venta los que no traen defecto. Los vendemos en 390 cuando en una tienda están en 1,400. Si tienen defecto lo bajamos, En tanto un pantalón marca La Campana cuesta de 200 a 250 pesos. Los pantalones son exhibidos en cajas de madera como las que se utilizan para fruta o verdura.”
Tal cual. El negocio como lo pintan. Es famoso. Y hay varias ofertas que, como diría el clásico, no puedes rechazar. De aquí saldrán los regalos para la familia. Y ahora el problema, ¿cómo cargo 5 pantalones, 4 chamarras y una falda en mi maleta de viaje?.
Resuelto el problema, me encamino hacia Viesca. Y todos los buggies también. Es el paraíso para ellos. Dunas y dunas de arena dorada hacen la delicia de estos pilotos. Reprimo el antojo de ir con ellos y prefiero continuar la jornada hacia el Puente de Ojuela.
Precioso lugar. Los datos más significativos nos indican que fue construido en 1892, sobre un barranco de 95 metros; tiene una longitud de 318 metros y su finalidad era unir la Mina de Santa Rita con el pueblo (abandonado) de Ojuela. Para llegar, debes esperar las indicaciones de los vigilantes. El camino es angosto y con una pendiente muy pronunciada. Suben muchos, bajan muchos. Pero no al mismo tiempo. Sobre las ruinas del pueblo hay algunos comercios que hacen su agosto. El atardecer llega cuando más disfruto de la vista.
Y entonces nos avisan. “No pueden bajar. Se descompuso una camioneta y no hay paso. Ya vienen los bomberos”. Y lo que fue divertido empieza a ser preocupante. Hace un frio del demonio. El empedrado está super resbaloso. Y a todo esto, ¿qué tienen que ver los bomberos con la camioneta? El rumor se esparce. No se descompuso. Se incendió. Y va para largo que logren hacerla a un lado para que podamos regresar. Un par de horas después, nos permiten retirarnos del lugar. No pasa a mayores, para fortuna de todos.
Y con el frio a cuestas, emprendo el regreso a casa.
Fin de viaje.
13
2
1 Guest(s)