Arreglar cosas no es lo mío. Siempre he tenido problemas cuando se descompone el auto y en general cualquier objeto. Y si lo arreglo, generalmente descompongo alguna otra cosa. Así que sale más caro la descompostura posterior que el intento de arreglo que procuran mis manitas.

Y no es flojera o mala fe. En el fondo me gustaría tener la destreza y la calma para ponerle las manos encima a las cosas e intentar arreglarlas. Simplemente es falta de aptitudes. Lo reconozco. No se me da.

Pero este martes sucedió. Me di cuenta que la direccional izquierda no funcionaba y que hacía un ruido raro cada vez que la pretendía usar.

Llame a la agencia y pregunte si podía llevarla la moto, pues unos días antes le habían instalado un porta placa lateral con luz y tenía la sospecha de que esa fuera la causa de la falla. Amablemente me atendieron y me comentaron que el cable se alimenta del stop y no de las direccionales y que lo más probable era que el foco se hubiera fundido a causa de las lluvias. ¡Y vaya que si se ha mojado la moto en estos últimos días! Después repasé los temas en el foro y encontré varios que me ayudaron. El más significativo fue uno que explicaba que en estos casos es típico que la falla se deba a un cable en mal estado y que por tanto se estuviera generando un falso contacto y otro que explica que cuando fallan los fusibles se afectan las direccionales en su conjunto y no una sola.

Con esta información, descarte que fuera un fusible, ya que toda las demás luces funcionaban y mis sospechas se encaminaron al falso generado por un cable. Ya me veía desmontando el asiento y revisando los cables cuando leí que también fuera de lo simple a lo más complejo. Y nada tan simple como comprobar si el foco estaba fundido. A primera vista el foco parecía estar en perfectas condiciones. Los filamentos en su sitio y nada fuera de lo normal. De cualquier manera, pase a la refaccionaria y compre un par de focos.

Llegue a casa. Me puse mi traje de faena. Retire la mica. Le di un limpiada a la direccional. Cambie el foco ¡y que prende!

Y así fue  mi primera reparación exitosa. Adrián sonríe.

Fin de viaje.