I. Let me please introduce myself.

Me pidieron darle continuidad a este post.
Así que aquí voy. Me presento. Me dicen “El Cuervo”.

Conocí a Adrián en el otoño de 2014. Digamos que fue un encuentro casual. Recién cumplía sus primeros 50 años. Nos habíamos visto un par de veces y como sucede en ocasiones, nos caímos bien de inmediato.

Eso que se dice tan fácil, tardó en realidad  25 años. Acompáñenme a leer esta historia.

II. Los 70’s

Lo más cercano que Adrián estuvo de una moto, fue una Islo propiedad del tío Berna. Jamás funcionó. Jamás pudieron dar la vuelta y según me cuentan la moto sigue arrumbada esperando la oportunidad para salir al camino.

El típico vecino con moto que le prestara una, tampoco hizo acto de presencia. El vecino más cercano tenía una Honda, pero le llevaba más de quince años, así que no hubo amistad de por medio para llegar al mundo de las dos ruedas.

Supongo que la renta de vespas o cuatrimotos en las vacaciones resultan irrelevantes para reportar como inicio biker, así que tampoco perderemos el tiempo aquí.

Los primos tampoco tenían moto, así que por el lado familiar, no hubo oportunidad de subirse a una motoponi, carabela o similares.

III. Los 90’s. Las cosas llegan cuando tienen que llegar.

Para Adrián ese momento se dió a raíz de la oportunidad de viajar con cierta frecuencia a la frontera. De esos viajes, nació la posibilidad de visitar los lotes de vehículos cercanos al Rio Bravo.

Un vendedor de Joe Gregory’s Motorcycles (2803 San Darío Ave, en Laredo), le dió la mano para comprar su primera moto. Una Honda silver wing de 650 cc, modelo ¿1982?

Les platico que una agencia aduanal y los entonces ferrocarriles nacionales de México llevaron esa moto desde Laredo a la puerta de la casa de Adrián. Con la ayuda de sus primos, la sacaron de la caja en que venía embalada y a rodar. Aunque ciertamente, rodar lo que se dice rodar, es un eufemismo para no decir que lo más lejos que esa moto salió fue a Teotihuacán. En fin. Las circunstancias no fueron propicias.

Hubo una kawasaki que corrió la misma suerte y también otra Yamaha que a pesar de que solo se debían unos pocos billetes verdes por ella, ya no fue posible traer, gracias a la devaluación del 94.

IV. Y así llegamos hasta el 2015.

En los preparativos de la fiesta de los 50 años, Adrián hizo dos cosas:

1. Visitó al doctor de su confianza. Sin entrar en detalles de la consulta, le dijeron que llevara una vida más saludable y menos sedentaria

2. Anunció a la familia que para atender las recomendaciones médicas, se compraría una moto.

Y así fue.

25 años después de la primera moto, Adrián y las Harley finalmente se conocieron.

Me tocó a mi, El Cuervo, darle la bienvenida. Como les comentaba, nos vimos un par de veces en la agencia y después de los trámites de rigor, somos los grandes [IMG][Permission to view this media is denied]
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Han de saber que como todo comienzo, el primer año fue lento y conservador. A duras penas recorrimos 2000 km.

En los siguientes tres, las cosas cambiaron. Tenemos más de 70 mil km juntos. Un par de caídas menores y afortunadamente ningún incidente grave por reportar.

Digamos que en los últimos 1000 días, quiso hacer lo que no pudo en los 9000 anteriores.

V. Just like starting over

Y en esas estábamos cuando un viaje a Cozumel abrió nuevos horizontes. Le rentaron una Softail y vio el mundo desde otra perspectiva, como decía la publicidad de algún hotel fifí.

A partir de septiembre tengo un nuevo vecino. No sé cómo se llama, pero se ve buen tipo. Al menos, también es de la Harley.

Supongo que es natural en esto de las motos sentir nostalgia cuando se presentan los relevos para el camino. Estamos a mano. Entendimos que al rodar  vale más hacer equipo y mantener un respeto mutuo.

Ahí se los encargo. Son buenos tipos.

Fin de viaje

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