Este foro me ha dado la oportunidad de hacer grandes amigos, es un espacio al que le tengo mucho cariño y siento un agradecimiento enorme por permitirme narrarles mis locuras sobre dos ruedas.

Inicié manejando motocicletas muy pequeña, esto es algo que se trae, yo pienso que se nace motociclista hasta que un día súbitamente salimos del clóset, tomamos una moto y nos damos cuenta que no nos podemos volver a bajar de ella. Así me pasó a mí, tendría aproximadamente 16 años cuando empecé con algunas vueltas por la colonia en la que vivía, cazando semáforos para no tener que bajar los pies ya que no alcanzaba el piso con las motos de mis hermanos y era caída segura.

Así transcurrieron algunos años hasta que un día puede comprarme una moto de cilindrada baja con mis propios recursos y ya no tenía que hacer negociaciones con las tareas de la casa asignadas a mis hermanos para que me prestaran sus motos.

Varios años después llegó el día en el que puede comprar una sportster 883 CC. nueva.
La quería roja y la agencia más cercana a mí no la tenía en ese color, después de mucho esperar noté que no le estaban dando importancia a mi solicitud y un gran amigo me volteó a ver, volteó a ver su reloj y me dijo que acababan de inaugurar la agencia de Querétaro hacía dos díasy nos daba tiempo de llegar.

Dejamos mi coche a un lado, me prestó una chamarra y un casco y nos dimos a la fuga a Querétaro sobre su moto; una sportster Custom plata y azul. Días después me estaban entregando mi sportster low 883 roja y muy hermosa en Querétaro.

Como poder olvidar esa sensación de hormigueo en la boca del estómago al momento de tener que subirme a ella por primera vez? Misma sensación que me acompañó durante muchos años al iniciar cada una de las rodadas a las que me aventuraba. Cada vez tengo la bendición de que a tantos años de distancia al iniciar el día de una rodada emocionante vuelvo a sentir esa sensación y en verdad la disfruto. Tengo la bendición de ser nueva e inexperta cada día y gozo de las bondades que esa certeza me ofrece.

Pasaron tan solo 5 meses y yo ya estaba perfectamente integrada con la mayoría de los foreros y sus esposas o novias que asistíamos al Cielo en aquel entonces, que era el bar donde nos reuníamos cada jueves.

Un día a principios de diciembre recibí una llamada con una invitación para recorrer Baja California Sur en mi moto nueva. Al colgar ese día brinque de gusto y de emoción pues no me podía imaginar el motivo por el que era tan privilegiada al ser invitada por gente tan experta a un recorrido que para mí era complejo y a la vez hermoso, desafiante, imponente y peligroso
Hubo opiniones de todos tipos, gente venía a mi y me alentaba a hacerlo, gente que pensaba que estaba loca, e incluso el hermano del amigo que me invitó a esa rodada y claramente me dijo: Gaga no lo hagas, va a ser un infierno para ti y les vas a hacer un infierno a ellos.
Ellos eran tres expertos motociclistas que llevaban máquinas enormes BMW y que comparadas con mi Colorada eran en verdad un reto más que desafiar.

Al colgar esa llamada debo comentarles que se me rodaron las lágrimas, era algo que yo tenía muchas ganas de hacer y en verdad me sentía preparada pero al parecer no confiaban en mí por la poca experiencia que tenía o pudiera ser que por creencias de género inclusive.
Tomé la decisión de hacer ese reto, planee todo para que no hubiera mayores inconvenientes, lleve dinero justo para poder embarcar mi moto en algún transporte si es que yo no podía rodar por alguna circunstancia. Compré un seguro que cubriera las diferentes catástrofes a las que me pudiera enfrentar en el peor de los escenarios y convencí a una de esas amigas que no es más que un ángel de la guarda en mi vida de que tomara un vuelo en el momento que fuera necesario para poder asistirme en caso de un accidente y así mis compañeros pudieran continuar su travesía de inmediato.

La Baja fue para mí un éxito en todos los sentidos. Por aquí deben haber crónicas de dicha aventura. De los 4 motociclistas que iniciamos fui la única que no se accidentó. Tan solo pudimos regresar 2 ya que los otros 2 se quedaron en Guadalajara por un accidente de varios que sufrió una de estas personas.

Yo me sentía eufórica, en verdad lo disfruté muchísimo, incluso los tramos que para mí eran eternos de terracería y grava suelta donde mi colorada parecía un velero pues iba trazando el camino que la terracería le imponía sin ofrecer mayor resistencia

Durante los siguientes años he hecho rodadas no menos bendecidas. Hoy justamente confirmo que es la actitud y el entusiasmo con la que enfrentamos el camino lo que define el éxito o fracaso de cada ruta. (así como en la vida misma)

En 2011 llegó Camsia a mi vida, una Softail Delux 2008 que adquirí con 1800 kms Y que sin duda es la consentida de las motos que he tenido. Jamás me ha dejado tirada, a veces me da la impresión que entiende cuando le hablo y en verdad me siento en completa sincronía con ella. Justamente hace dos semanas sobre ella hice 7,000 kms en 10 maravillosos días. Ya les contaré esa aventura y la cara de intriga de la gente que me pregunta por qué no hice esa ruta en BMW. (Cualquiera aquí conoce la respuesta). También con Camsia atropellamos, destazamos, comimos e hicimos pulsera a una vívora chirrionera de más de 1.70 mts. de largo en la costa de Michoacán y miles de aventuras divertidas más.

Sobre Camsia me certifiqué Asphalt Rats en 2012 en medio de una de una depresión terrible por la pérdida de uno de mis mejores amigos, aquel que me llevó a comprar La Colorada a la HD Querétaro, quién curiosamente se mató de regreso de un aniversario de la misma agencia.
Los momentos en que he experimentado las mejores emociones en mi vida han sido sobre una Harley, muchas de ellas sobre Camsia; paisajes que me llevan a un llanto en donde han habido veces que me es imposible ver el camino y debo parar, suspiros de éxtasis, risas y hasta carcajadas de gusto y placer al verme abrazado por las barrancas más profundas de nuestro país o verme tocando el cielo en las cúspides de nuestras sierras de belleza indescriptible, adrenalina de la que al pasar me deja bostezando, amistades entrañables, gente valiosa e inclusive el placer de poner en su lugar a algún pendejo de esos que se atraviesan en el camino.

No hay con qué compare este gusto, esta comunión con la tierra al ver las llantas arraigadas para lograr la tracción que necesito en mi vida, esta conexión con lo divino que me regresa a mi centro y esencia cada vez que algún pensamiento ajeno a las sensaciones del camino intenta hospedarse en mi cabeza; esa conexión con los latidos de mi corazón que se conjugan con el sonido de su motor, tan complejamente armonioso.

Esta soy yo, sobre mis motos. Querida y reconocida por mi gente, odiada tal vez por los "posers" que abundan, una mujer apasionada de escaso metro y medio que de repente rompe el esquema de algunos en el medio, a la que le preguntan cómo puedes con esas motos? A lo que les respondo que soy yo la que va arriba, cuando la verdadera respuesta es que es por el amor y la pasión que me generan y que son mucho más grandes que cualquier miedo en mi vida.

Gracias a cada uno por este espacio C.C. que sin duda es el más importante para mi corazón en este mundo de dos ruedas.